jueves, octubre 18, 2007

Atardecer En La Ciudad



Tu boca se acerca peligrosamente,
el viento arremolina las ultimas hojas de otoño,
la respiración insostenible,
un perro cruza la calle buscando el lugar donde nunca regresará,
mi sombra se desdibuja en el cemento húmedo y trizado,
voy acercando mi temerosa languidez de tarde a tu aliento suave.
Me pierdo en un maravilloso segundo,
tres muertos por hora en accidentes carreteros,
mil niños abandonados cada mes en un país del sur,
el sol quema dos grados más que el siglo pasado.
Dejo rozar mi mano con la tuya.
El sabor de tus labios es más infinitamente dulce que ayer,
me dejo guardado en la memoria aquel aroma,
para cuando ya no esté,
para cuando este miedo ya no exista,
para cuando respire tranquilo
y sepa que era mejor la pérdida
a la posesión incierta de tu ser entero.

Me miras distante como aquellos pensamientos
y melodías de muchacha triste.
Tus cabellos se alejan cómplices del viento
que insiste en devolver tu aroma.
Y me sumerjo en la única sombra
que encuentro en la ciudad dormida.

Este pesar, un sopor
Ya lo he vivido
Solo
Al fin.

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